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Hasta el 28 de diciembre de 2015 era abogado, viajero de mochila, un snowboarder apasionado del freestyle y un loco del tenis.

Ese día mis sueños se truncaron y tuve que reinventarme para seguir viviendo una vida que me apasionara, que siguiera llena de objetivos, pero ya solo ayudado por los brazos.

¿Por qué?

Principalmente porque solo tenemos una vida y yo quiero vivirla al máximo.

Decidí convertirme en tenista en silla de ruedas profesional, y a base de mucho empeño, horas de entrenamiento y esfuerzo, conseguí subir en el ranking y ganar mis primeros torneos nacionales e internacionales.

“Esas son tus viejas cartas y ahora tiene unas nuevas. O te quedas llorando o las juegas”. El camino es largo, pero yo disfruto recorriéndolo, y por él voy contando mi experiencia y mi visión de la vida en conferencias por toda España.

A veces me pregunto si lo que sucedió aquel 28 de diciembre, que parecía el final de mi vida, no lo fue, sino el principio de algo muy grande.